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Elogio de la nostalgia
Entrevista a: General
Revista: Brando
Por: Alejandro Lingenti
Fecha:
Junio de 2013

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Transcripción


Elogio de la nostalgia
Entre el blues y la electrónica, los DM vuelven con un disco en el que ya no buscan dar con un hit, sino afianzar su identidad. La melancolía como geografía sonora.

Son días agitados para DM. El disco número trece de estos veteranos ingleses. Delta Machine, ha sido recibido por la prensa especializada con calidez, pero no es seguro que este nuevo repertorio, escuro y ciertamente alejado de la pista de baile, sea el ideal para vender millones de copias. Y, para colmo, Dave Gahan, el idolatrado cantante del grupo, debe cuidar su salud más que nunca. Después de recuperarse de largas adicciones, Gahan declaró en 2009, cuando estaba en pena gira mundial de presentación del álbum Sounds Of The Universe, le detectaron cáncer de vejiga que aún hoy obliga a someterse a controles periódicos. Ahí, en los problemas que suele acarrear la madurez -no todo es acercamiento a la sabiduría, amigos- incluidos algunos de convivincia con Martin Gore -la otra figura fuerte de DM-, parece estar la clave del tono sombrío de este nuevo disco.
"Hicimos una carrera gracias a la melancolía", le dijo Gore a la prensa. Y qué género más apropiado para reflejar ese estado de ánimo que el blues, un terreno conocido por DM, sobre todo desde la explosión del hit "Personal Jesus".
"Fue muy importante volver a trabajar con Flood (Gore habla del legendario productor Mark Ellis). Con él pudimos conseguir el sonido que queríamos, a medio camino entre blues y la electrónica. Usamos muchas máquinas para producir lo que hacemos, pero también elementos que llamaría orgánicos. Y ya no buscamos la tecnología más vanguardista. Hoy preferimos mantener un sonido que nos identifica". Ese sonido es el que los argentinos que estuvimos en los conciertos de 1994 y 2009 conocemos: guitarras procesadas, maquinas de ritmos, tramas de glitches y sintetizadores bien amalgamados para provocar esa sensación ominosa que DM siempre inspira.

El primer corte del disco es "Heaven" una balada de estructura convencional, con estribillo bastante pegadizo, que de primera no genera mucha empatía. Pero con la suma de escuchas, empieza a exudar aroma a futuro clásico. Los comentarios de algunos fans en las redes sociales no fueron del todo piadosos, muchos opinan que esta torch ballad de acorde retro no tenía el punch suficiente como para equiparar a los grandes éxitos de la banda. El video de la canción rememora la época en la que los DM eran los auténticos héroes de la subcultura gótica. Y, curiosamente, Gore atribuye la tibia recepción del single a esa nostalgia: "No es un tema tan oscuro como los que hacíamos entonces. Pero hay que entender que era otra etapa de nuestras vidas y del mundo. ¡Ni siquiera había caído el muro de Berlín! En esa época, todos nuestros seguidores fans vestían de negro. Cuando nos rodeaban, daba la impresión de que el sol desaparecía".

La tapa del nuevo disco es una ilustración que representa una especie de paisaje posindustrial y simboliza de alguna manera el espíritu de un disco que, a pesar de la reticencia de sus hacedores a admitirlo del todo, está cargado de nostalgia: es sabido que Gahan vivió en el Berlín de los 80 que Bowie dice añorar tanto en su nuevo álbum, The Next Day, y hace poco declaró que aún no ha aparecido un lugar en Europa que tenga la efervescencia cultural de la capital alemana de aquellos días. Esa angustia que destilan las canciones de DM, a veces de manera explícita otras solapada, debería conectar perfectamente con el zeitgeist actual, el de una Europa plagada de indignados que ha contagiado ese malestar a un mundo que, como nunca, descree inocentemente de la política.
 

 

 
 

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