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Atrás, desde los teclados o como operador de
ingeniería oculta de Depeche Mode, Alan Wilder conoce de
memoria todas las ubicaciones que ofrece un segundo
plano. Desde 1981 hasta su partida en 1995, el chico que
reemplazó a Vince Clarke y que de a poco se convirtió en
el cerebro muleto de Martin Gore introdujo varios
detalles de estilo que transformaron a la banda
británica en una topadora de pop electrónico: blues,
gospel y krautrock marcaron el pulso de varios himnos
para celebraciones oscuras con Wilder agitando desde las
sombras. Esas mismas lineas de pensamiento, en donde se
cruza el ambient con las raíces del hip hop, identifica
a Recoil, el proyecto que el tecladista viene
defendiendo desde 1986: "Las primeras grabaciones fueron
hechas como un antídoto a mi trabajo con Depeche Mode.
un modo de aliviar las frustraciones de trabajar siempre
con un formato pop.
A medida que el proyecto se fue desarrollando, me di
cuenta de que no sólo quería buscar la creación de
paisajes sonoros sin fronteras y sin compromiso, sino
que, para completar los cuadros, necesitaba introducir
voces y palabras. Desde esos años, tuve la suerte de
establecer relaciones de trabajo con muchos escritores,
cantantes y músicos, la mayoría de los cuales aparecen
en la edición de Selected", explica Wilder sobre el
disco que presentará en Niceto en una suerte de
panorámica actualizada de los trabajos de Recoil.
"El trabajo más significativo evolucionó desde 1996,
cuando empecé a operar en mi propio estudio, The Thin
Line, y a mi propio ritmo. Gradualmente junté las piezas
de lo que se convertiría en Unsound Methods, Liquid y
Subhuman. En el curso de los últimos diez años me
acompaña Paul Kendall, que trajo su visión
idiosincrática a la totalidad del procedimiento". La
ultima vez que Wilder pisó suelo nacional fue en si
ultima gira junto a Depeche Mode: "Tomé la decisión
durante la grabación de Songs Of Faith & Devotion y me
tomó dos años más estar seguro de que quería volver mi
espalda a lo que era, después de todo, un trabajo muy
lucrativo. Sentí eso, a pesar de las obvias pérdidas
financieras. Mi propia felicidad y el sentido de
realización fueron en definitiva lo más importante".
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